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Por su porte, su floración espectacular, la belleza de sus hojas y el colorido que aportan, cultivar cualquiera de estas plantas en primavera es un acierto seguro. Toma nota de ellas, porque se van a convertir en las protagonistas absolutas del jardín.
1. Rosa (Rosa)
¿Qué sería de un jardín sin rosas al llegar la primavera? Sus colores son tan especiales y su aroma tan potente que no deberías resistir la tentación de plantar unos cuantos rosales para disfrutarlos en la florida estación. Como necesitan bastantes cuidados, lo mejor es que elijas los más fáciles de cultivar entre los cientos de especies que existen para elegir. Búscales un rincón soleado en tu jardín, a ser posible con suelo orgánico, y procura que el terreno esté siempre húmedo regándolos a menudo (unas tres veces por semana). Te lo agradecerán con una cascada de maravillosas flores.
Un consejo: cuando vayas a plantarlos, deja suficiente espacio entre ellos para que puedan desarrollarse mejor y crecer libremente.
2. Tulipán (Tulipa spp)
Se siembra en otoño y comienza a florecer a partir de marzo, aunque los últimos ejemplares lo hacen hasta finales de mayo. Si quieres tener flores durante más tiempo, tendrás que sembrar tulipanes con diferentes períodos de floración (temprana, intermedia y tardía), o hacerlo en capas lo que se conoce como plantación lasaña. Los tulipanes no necesitan demasiado riego y están mejor en semisombra.
Un consejo: una vez las flores se marchiten y caigan, desentierra los bulbos, envuélvelos en papel de periódico y guárdalos para la próxima temporada. También puedes conservarlos cubiertos de serrín, en un lugar fresco y oscuro. La primavera que viene volverán a darte flores.
3. Azalea (Azalea japonica)
Tener esta planta en tu jardín es un acierto seguro, sobre todo cuando despliegue su abundante floración. Elige la especie que se desarrolla en primavera, perfecta para cultivar al aire libre (hay otra variedad que es de interior). Las flores de la azalea son grandes y sus colores van desde el rojo más intenso al blanco, pasando por distintos tonos de rosa. Son un auténtico placer para los sentidos. Aunque no es delicada, sí requiere de ciertos cuidados. Riégala con frecuencia, cuidando de que el terreno no se encharque.
Un consejo: a la azalea le gustan los climas templados y húmedos, por lo que deberás protegerla del frío cuando el verano toque a su fin.
4. Lavanda (Lavandula angustifolia)
Además de reunir todas las virtudes que atesoran las plantas aromáticas, la lavanda hace gala de un color azulado intenso e inconfundible y destila un olor suave, fresco y agradable. Se trata de un arbusto silvestre de muy fácil cultivo, por lo que solo tendrás que plantarlo en una zona con sol directo y suelo alcalino, es decir, con un pH alto. Si el de tu jardín es ácido (y, por tanto, su pH es bajo) añade al terreno un sustrato específico. Riégala moderadamente, como mucho una vez a la semana, sin encharcar el suelo porque eso deteriora las raíces de la planta.
Un consejo: procura no mojar sus ramas al regarla para evitar que aparezcan hongos.
5. Geranio (Pelargonium zonale)
Este gran protagonista de patios y balcones se convertirá en una de las estrellas de tu jardín en primavera, gracias a su hermoso colorido y las pocas atenciones que requiere. No tienes más que plantar sus semillas en un suelo húmedo aunque bien drenado, y esperar a que germinen unos 10 o 15 días después. Se adaptará de maravilla a cualquier espacio donde lo pongas, ya que ama el sol y no necesita mucho agua. No obstante, en épocas de calor tendrás que regarlo dos veces a la semana.
Un consejo: abona tus geranios cada 15 días en primavera y verano. Puedes utilizar un abono específico para geranios, aunque el humus le va muy bien y es un fertilizante natural.
6. Jazmín (Jasminum officinale)
No hay perfume más suave, y al mismo tiempo embriagador, que el del jazmín. Sus flores delicadas de color blanco llenarán tu jardín de intensos efluvios. Además, como se trata de una planta trepadora te servirá para decorar celosías y pérgolas. Es muy tupida, por lo que también podrás cubrir muros y otras superficies. Su floración se inicia en el mes de mayo y termina con el final del verano, así que disfrutarás durante mucho tiempo de su belleza. Para que esté en perfectas condiciones, puedes aportarle un plus de energía a principios de la primavera con un abono orgánico.
Un consejo: el jazmín es una planta de crecimiento rápido. Para controlar su expansión, pódala cuando termine su periodo de floración eliminando las ramas más viejas y cortando las puntas de las nuevas.
7. Caléndula (Calendula officinalis)
¿Necesitas una planta que te ayude a formar núcleos de color? Apuesta por la caléndula. Es perfecta para sembrar en macizos que se llenarán de matices amarillos y anaranjados cuando florezca en primavera. Para que siempre tenga flores nuevas debes ir eliminado las marchitas. La caléndula crece muy bien a pleno sol, aunque tendrás que regarla bastante, en especial cuando el calor apriete.
Un consejo: ¡ojo con el oídio! Este hongo ataca con bastante virulencia a la caléndula, por lo que tendrás que tener cuidado al regarla de no mojar sus hojas ni sus flores.
8. Margarita (Chrysanthemum frutescens)
Una flor sencilla donde las haya que no por ello deja de ser especial, con su centro amarillo intenso y sus pétalos blancos. Para disfrutarla en tu jardín, tendrás que buscarle un emplazamiento soleado. A las margaritas les encantan los terrenos arcillosos, aunque crecen bien en todo tipo de suelos. Una vez plantadas no te darán grandes quehaceres, pues son muy resistentes y soportan bien el calor. Riégalas cada dos días de forma que siempre tengan el sustrato húmedo.
Un consejo: a la hora de sembrarlas al comienzo de la primavera, no lo hagas directamente en el suelo. Planta sus semillas en maceta o en semilleros y espera a que broten para trasladarlas al terreno.
9. Verbena (Verbena hybrida)
Lo más sorprendente de esta planta son sus flores de color intenso fucsia o morado. Se trata de una especie expansiva, que tiende a llenarlo todo con su presencia. Es perfecta para cultivar en el jardín, pero también puedes ponerla en maceta, como planta colgante. En cualquier caso, no te dará problemas porque se adapta muy bien al entorno. Para mantenerse en perfectas condiciones le bastará con un terreno fresco y ligeramente húmedo y un riego regular.
Un consejo: uno de sus grandes enemigos es el pulgón por lo que debes estar vigilante y, si se da el caso, utilizar un insecticida adecuado.
10. Narciso (Narcissus spp)
Una de las características de esta planta bulbosa de floración primaveral es su gran resistencia y su capacidad de adaptación, por lo que siempre es un acierto hacerle un hueco en el jardín. Crece sana y sin problemas en todo tipo de climas, lo que es una ventaja. Cuando esté desarrollándose tendrás que regarlo de forma abundante.
Un consejo: mézclalo con otros bulbos de floración primaveral como tulipanes y jacintos, y conseguirás bellos macizos en tu jardín. ¡Y no solo con bulbos! Siembra junto a ellos plantas vivaces que oculten las hojas secas de los narcisos después de su floración. Estas hojas secas no se deben cortar, ya que alimentan al bulbo para la próxima primavera.
FUENTE: NOTICIAS JARDINERÍA – HOLA.COM