El trabajo, elaborado por investigadores de la Universidad de Minnesota (EU), sugiere que la capacidad de las plantas para variar su ritmo de respiración ante un aumento de temperatura hace que el impacto a largo plazo de sus emisiones de CO2 pueda ser menor de lo previsto.
La cantidad de dióxido de carbono que lanzan los vegetales hacia la atmósfera es seis veces mayor que la que produce la quema de combustibles fósiles, por lo que se trata de un factor clave para calcular cómo puede evolucionar el clima en las próximas décadas.
«De la misma forma que las personas exhalamos CO2 cuando quemamos carbohidratos para mantener nuestro metabolismo, las plantas siguen un patrón similar, y lo llamamos también respiración. Igual que la gente necesita combustible para mantener sus músculos, las plantas lo necesitan para desarrollar hojas, o para fabricar una manzana», explicó en una rueda de prensa telefónica Peter Reich, autor principal del estudio.
«Se ha comprobado que su respiración se incrementa de forma exponencial cuando se produce un incremento brusco de temperatura. Dado el enorme número de plantas que hay en la Tierra, eso puede suponer un gran problema. Incluso un pequeño incremento (en las emisiones provenientes de los vegetales) puede tener un impacto mucho mayor que las emisiones de combustibles fósiles», señaló.
Hasta ahora, los modelos climáticos daban por cierta la idea de que un aumento global de la temperatura aumentaría el metabolismo de las masas forestales del planeta, lo que a su vez incrementaría las emisiones de CO2 y dispararía una espiral de calentamiento difícil de detener.
Para comprobar si esas predicciones eran correctas, Reich y su equipo diseñaron un experimento en el que monitorizaron la respiración de un grupo de árboles en condiciones naturales a los que se sometió a un incremento de temperatura de 3.4 grados centígrados durante entre tres y cinco años.
A partir del estudio de diversas especies de árboles, los investigadores constataron que la respiración de las plantas se incrementó tan solo un 5 % durante ese periodo, cuando los modelos teóricos previos predecían un aumento de en torno el 23 por ciento.
La capacidad de adaptación de los árboles al nuevo entorno eliminó cerca de un 80 % del incremento de emisiones de CO2 esperado.
«Ya sabíamos que existía un proceso de aclimatación, pero la magnitud y extensión de sus efectos a largo plazo no se comprendía bien. Los estudios que se habían hecho hasta ahora se limitaban a pruebas de unas pocas semanas y se realizaban siempre dentro de laboratorios», señaló Reich.
«Lo que hicimos nosotros es ver cómo los árboles se adaptan en condiciones forestales durante largos periodos de tiempo. Esto se ha hecho en un experimento al aire libre en el que hemos controlado la temperatura tanto de las plantas como de la tierra», describió el investigador.
«Pensábamos que el calentamiento global dispararía un mecanismo que incrementaría las emisiones de CO2 y elevaría aún más las temperaturas. Pero hemos visto que las plantas aplacan su metabolismo, se aclimatan, lo que limita la cantidad de dióxido de carbono que emiten», afirmó Reich.