No cabe la menor duda de que las flores cosechadas en Canarias tienen la más alta calidad. Un buen cultivo, en el que se prestan las mejoras condiciones para el desarrollo de las plantas, permite ofrecer una calidad extra, tanto en el aspecto exterior como en los factores que inciden en su duración, si bien la atención que el producto ha de recibir desde el momento del corte hasta su mantenimiento en el jarrón va a condicionar su evolución, dependiendo de ello será su duración.
No hay fórmulas de carácter general, pues cada especie tiene unas particulares exigencias y dentro de ellas la duración es diferente. Las rosas pueden durar entre 10 y 25 días, dependiendo de las variedades; los claveles se mantienen en buen estado entre 2 y 4 semanas; los gladiolos entre 10 y 20 días; la gerbera de 7 a 12 días; los crisantemos entre 10 y 20 días; los lilium de 7 a 14 días: las Gypsophylla unas 2 semanas; los Anturium entre 3 y 4 semanas; las Aster y Solidaster de 10 a 15 días; y las Strelitzias pueden durar hasta un mes. conviene recordar que una vez se corta la flor, esta sigue respirando y transpirando. A partir de ese momento no se interrumpe el proceso de apertura, se suspende la recepción de alimentos y el flujo del agua, entra aire en los conductos de savia, se inicia la cicatrización de la herida y se desarrollan y acumulan bacterias en la zona de corte. Tanto tras el corte como en su traslado y en la floristería se ha de entender que el agua en la que se depositan juega un papel preponderante. Se dice que la flor es agua en un bello envase, por tanto ha de ser limpia y de buena calidad.